martes, 31 de enero de 2012

Falleció Antxón Eceiza, cineasta comunista vasco

El director Antxon Eceiza, histórico del cine vasco, ha fallecido el 16 de noviembre pasado en su San Sebastián natal a los 76 años después de una larga enfermedad. Comenzó rodando documentales junto a Elías Querejeta, hasta que el exilio en México por motivos políticos partió su carrera cinematográfica. Autor de entre otros largometrajes 'El próximo otoño' (1967), 'Las secretas intenciones' (1969) y 'Días de humo' (1989), Eceiza produjo una serie de filmes bautizados Ikuska, con los que se pretendía cubrir la formación de técnicos y la realización de cine en euskera.

El realizador donostiarra recibió en 2003 el premio Ama Lur el día que el Festival de San Sebastián dedica al cine vasco. Llevaba inactivo desde hacía casi una década, cuando estrenó la apenas vista ‘Felicidades Tovarich’ (1995), con Francisco Rabal y Ruth Gabriel. En una entrevista a El Correo, reconocía entonces que, en materia de cine, el País Vasco era "el Tercer Mundo". "Hace treinta años pedí que se oyesen todas las voces, que no se limitara el cine vasco al rodado en euskera o al hecho por productoras vascas".

Eceiza confesaba haber llevado una existencia plena dedicada a las películas: "No sé si he tenido logros artísticos, pero sí una vida interesante en la que he cobrado por hacer lo que me gustaba". Y retaba a las productoras, que nunca más le dieron trabajo: "Estoy a su disposición. Sigo libre, fuerte y joven".

Fuente: http://euskalherriasozialista.blogspot.com

miércoles, 18 de enero de 2012

"Vietnam: los archivos perdidos"

Nueva serie de History Channel



Sinopsis de los episodios:

El inicio & busca y destruye, miércoles 18 de enero

En 1965 la Operación Rolling Thunder ruge en el cielo y en los suelos de Vietnam del Norte por parte de las tropas estadounidenses. Los soldados estadounidenses son superados en número en el valle de Ia Drang; esta es la primera gran batalla de la guerra. Charles Brown lucha por su supervivencia en las laderas de la sangrienta Colina 875. En Estados Unidos el público comienza a cuestionar la estrategia militar que está siendo aplicada

La ofensiva & guerra infinita, jueves 19 de enero

El enemigo gana terreno con la Ofensiva del Tet, una operación militar que ataca por sorpresa a los estadounidenses. En Khe Sanh y Pleiku, las tropas gringas montan una contraofensiva mientras que en casa, el fervor antiguerra se enciende. En la selva amarga de la Colina 484, Karl Marlantes lucha por su vida. Arthur Wiknik comanda el combate de Hamburger Hill.

Cambios & paz con honor, viernes 20 de enero

La retirada de las tropas estadounidenses comienza mientras que sus aliados se hacen cargo de la guerra. Gery Benedetti patrulla las aguas hostiles del Delta del Mekong. James Anderson comanda a un batallón en Camboya después de una controvertida orden de Nixon. Don DeVore lucha por sobrevivir a un feroz ataque de noche. Los últimos soldados estadounidenses regresen a casa y la caída de Saigón trae consigo la unificación de Vietnam.

sábado, 14 de enero de 2012

Milk: una lección política

Jordi Costa
El País

La carrera política de Harvey Bernard Milk, concejal del Ayuntamiento de San Francisco entre el 8 de enero y el 27 de noviembre de 1978 (la fecha de su asesinato), fue tan breve como inabarcables resultan los ecos de su legado en la historia del activismo gay: primer político americano abiertamente homosexual, Milk ha inspirado un musical, una ópera y una biografía de referencia -The Mayor of Castro Street, de Randy Shilts- que sirvieron de punto de partida a un documental oscarizado -The Times of Harvey Milk (1984), de Rob Epstein y Richard Schmiechen- y que ya había sido tanteada por Gus Van Sant para una posible adaptación cinematográfica que no vio la luz.

Las diferencias entre esa película nonata y la que ha acabado realizando el mismo director con la complicidad del aquí guionista Dustin Lance Black -y, a su vez, cineasta claramente comprometido con la causa gay- y de un Sean Penn con lujuria de Oscar pertenecen al terreno de la conjetura: quizá podría haber sido una película más agresiva, airada o radical, pero la sombra de esas posibilidades no debería difuminar los méritos de Mi nombre es Harvey Milk, un trabajo que extrae su fuerza precisamente de su capacidad de doblegarse a la convención para lograr sus propósitos. En cierto sentido, Gus Van Sant actúa como el Harvey Milk que utilizó su corte de pelo y su indumentaria -un espejismo de orden- como arma política orientada a captar la benevolencia del votante.

Capaz de desconcertar a los más firmes creyentes en su integridad indie con dos desalentadores ejercicios de estilo mainstream -El indomable Will Hunting (1997) y Descubriendo a Forrester (2000)-, Gus Van Sant llevaba cuatro películas indagando en la esquiva caligrafía de la violencia, la destrucción, el azar y sus derivas en una marcada clave autoral -Gerry (2002), Elephant (2003), Last Days (2005) y Paranoid Park (2007)-, antes de afrontar este nuevo cambio de registro en dirección al gran público. Tenía este crítico la impresión, probablemente equivocada, de que tanto en esas excursiones mainstream como en su reciente ensimismamiento artie, Gus Van Sant no dejaba de ser un maestro de la impostura.

Mi nombre es Harvey Milk revela otra cosa: al poseedor de una autoría líquida capaz de cambiar de piel y estilo según las exigencias del proyecto que tiene entre manos. En este caso, la vida de Harvey Milk parece estar tan cerca de las propias convicciones personales del cineasta, que el lenguaje conservador -el del biopic oscarizable- se revela como la mejor opción posible para que el proyecto alcance toda su funcionalidad política.

Explotando las posibilidades didácticas del género en el que se inscribe, Mi nombre es Harvey Milk consigue hacer transparente y comprensible un proceso sumamente complicado: la articulación de una reivindicación política en el tejido de una ciudad a partir de la apropiación comunitaria de uno de sus barrios, el trenzado progresivo de un lobby de influencia y la racional infiltración en sus órganos de poder. La película es mucho más que la hagiografía de un activista gay: es toda una lección de política americana y, al mismo tiempo, la crónica de un civilizado juego de estrategia ciudadana cuya meta final es la conquista de libertades colectivas.

Para J. Hoberman, crítico del Village Voice, es la primera película americana abiertamente obamista: una Vida Ejemplar trazada con los colores de la esperanza y que no hurga en las turbulencias políticas que siguieron al asesinato de Milk y el alcalde George Moscone a manos del exconcejal Dan White. Sean Penn ofrece un intenso recital de contención en la piel de este mártir ciudadano que, pese a su temperamento discreto, supo entender que la política de su país tenía una de sus claves en el sentido del espectáculo.

sábado, 7 de enero de 2012

El conflicto social y la huelga en el cine

Por Samuel García Arencibia

Últimamente he visto dos películas que me han devuelto a la emoción y la admiración por las viejas luchas de nuestros padres, abuelos y antecesores. En ellas, los trabajadores se atreven, en unas sociedades más precarias que las nuestras, a luchar contra la clase opresora sin otras armas que su unión y su sacrificio, para mejorar sus condiciones de vida. Ese cine puede estimular la conciencia y la actitud de lucha social en estos momentos de derrotismo. Aunque sólo sea una aficionado al cine y no vaya a comentar mucho de esas películas me pareció una buena idea escribir esta entrada sobre películas, ya que hace mucho tiempo que no escribo sobre cine. Serían estupendas las invitaciones a otras películas que pudieran hacer en los comentarios.

La primera película fue "La sal de la tierra" de 1955. En ella unos mineros de Nuevo México se enfrentan a sus patrones por sus condiciones de trabajo. Lo más hermoso de la película es la alianza entre la lucha de clases y la lucha de géneros, pues las mujeres cobran protagonismo en la lucha de todos contra la pobreza a la que son sometidos.

La segunda película reciente que vi fue "Los compañeros" de Monicelli de 1963. En este caso los trabajadores de una fábrica también reivindican desde su fábrica, hacen huelga por las condiciones de trabajo. Es una comedia, pero permite también aproximarse a la realidad cruda de una huelga. Se ve el autoritarismo con el que el Estado ayuda a las clases propietarias.

Mientras me animaba a escribir este artículo busqué en mi memoria otras películas. Se me vinieron a la cabeza algunas. No sé si las recordaré ahora todas.

Recuerdo con especial cariño una de Ken Loach, "Pan y rosas". Con ella lloré de emoción. La acción ocurría en el tiempo presente, en los Estados Unidos con unos sindicatos históricamente exhaustos en un país donde nunca hubo una afiliación fuerte. Hace tiempo desde que la vi, quizá debiera volver a verla, pero la recuerdo con nostalgia. Hay una mezcla de romanticismo y lucha social, inmigración ilegal.

También hace tiempo, vi "Germinal", de Jean Claude Berri, basada en la novela, también leída, de Emile Zola. Igualmente hay romanticismo, una historia de amor platónico del foráneo con experiencia socialista que llega a una mina donde hay una incipiente organización sindical y una mujer que se ve obligada a convivir con el trabajador esquirol y machista, típico en esas comunidades obreras. Ocurre en una mina francesa.

"La madre" de Pudovkin es del mismo modo una adaptación de una novela, de Gorki. En este caso, la novela me encantó y la película me pareció una adaptación alejada del centro de interés del autor de la novela. Otra película soviética sobre el tema es precisamente "La huelga" de Eisenstein. De cine mudo las dos, ambas narran sucesos de la Rusia zarista.

Excepto, "Pan y rosas" todas son películas basadas en los momentos de crecimiento o consolidación del movimiento obrero. Excepto esta y un poco "Germinal", todas son películas con varias décadas. Parece que el cine social (que atiende la cuestión social) o socialista (que pretende contribuir al progreso socialista) han disminuido en paralelo con las renuncias sociales a la ofensiva y defensiva de los valores de igualdad y fraternidad (o a la libertad de las clases dominadas sobre las clases dominantes). Hay maravillosas excepciones (Loach, Gavras, Tavernier, De León y Aranoa, Mañas), pero la clase dominada, en proceso de debilitación sin tocar fondo, no tiene mucha capacidad de hacer cine social y socialista en la cantidad y calidad de las generaciones anteriores, como las generaciones actuales no tiene ni la conciencia ni la organización para mantener el pulso de la lucha histórica de clases.

miércoles, 4 de enero de 2012

Bowling for Columbine: Un país en armas

Aclamado documental de Michael Moore que aborda el tema del alma violenta de los Estados Unidos. ¿Por qué 11.000 personas mueren cada año en ese país víctimas de las armas de fuego? La televisión le echa la culpa a todo, desde Satán a los videojuegos. Pero ¿es tan diferente Estados Unidos de otros países? ¿Qué es lo que le diferencia de otros? ¿Por qué Estados Unidos se ha convertido en autor y víctima de tanta violencia?

"Bowling for Columbine" no es una película sobre el control de la venta de armas, es una película sobre el asustado corazón de Estados Unidos y los 280 millones de estadounidenses felices de tener el derecho de poseer un arma constitucionalmente protegida.

Fragmento del documental en el que se cuenta la historia de los Estados Unidos desde la perspectiva del uso de las armas de fuego.

En este incisivo -cómico y trágico por al mismo tiempo- estudio de la violencia -y su directa relación con las armas de fuego- aparecen numerosas personalidades como Charlon Heston, George W. Bush y Marilyn Manson, entre otros.

Ganó numerosos premios a mejor documental -entre los que destacan los prestigiosos National Board Of Review y el Chicago Film Critics Awards-, así como el premio a la mejor película extranjera -compitiendo con largometrajes- en los César de la Academia Francesa de Cine.